Por Mirta Ayala –Columnista Especial DNN
Tras la separación de la hermana patria Colombiana y lograr su independencia de España, hace ya 113 años, la Embajada de la República de Panamá en Buenos Aires, bajo la gestión del Embajador Dionisio De Gracia Guillén y su esposa Delfilia Rivera de De Gracia, abrieron las puertas de su embajada para celebrar los 113 años de amor a su patria.
En horas del medio día el embajador y todo el cuerpo diplomático de su embajada se acercaron a Plaza San Martín a colocar una ofrenda floral, donde participaron de la ceremonia oficiales del Regimiento de Granaderos, embajadores y cuerpo diplomático acreditado en el país.
Luego, ya en la sede de la embajada panameña, integrantes del cuerpo diplomático acreditado en la Argentina estuvo presente a la cita cursada para dicha celebración. Los Embajadores brindaron sus saludos protocolares, y tras el himno argentino y panameño, escucharon las palabras del Embajador De Gracia quien hizo alusión a las negociaciones que gestionó su país para lograr su independencia. También hizo una humorada al no tener un discurso escrito, dado que su país este años tuvo muchas noticias con los papeles, refiriéndose a los “Panamá papers”. Enfatizó que a pesar de todo lo que se difundió, las finanzas del país y los depósitos han aumentado, dado que ha quedado demostrada la solidez y confianza que el sistema financiero panameño ofrece.
El Embajador agradeció a todos los presentes, además de sus colegas diplomáticos, prensa, amigos y miembros de la comunidad panameña, y especialmente a su esposa, la Presidente de ADEA (Asociación de Esposas/os De Embajadores acreditados en Argentina), por su magnánima labor a cargo de esta asociación, por los eventos organizados, por llevar a ADEA a un nivel que no tenía precedente, y por haber sido la hacedora de toda la gastronomía tradicional que se pudo degustar.
A su vez, la Sra. Rivera de De Gracia y su hija menor Isabel, lucieron espléndidas polleras Panameñas, bordadas en punto cruz, combinando la mota de lana (sobre el escote), la cinta de gallo (en la cintura) y los zapatos en el mismo color, haciendo contraste con el bordado de la pollera y blusa. Peinetas doradas y tembleques (apliques en perlas) adornaron sus cabezas, y varias cadenas con monedas colgaron de sus cuellos. El Embajador a su vez, lucio un tradicional sombrero panameño, camisa en lino, y un pequeño morral en hilo confeccionado a mano completaron su look.
El espíritu panameño pudo sentirse en cada lugar de la embajada, los trajes típicos fueron los anfitriones de la celebración, más aún lucidos por los máximos representantes de la misión diplomática y la gastronomía de Panamá fue protagonista indiscutida de la fiesta, ofreciendo platillos típicos que obtuvieron una gran aceptación.
Luego del brindis se escuchó a viva voz al unísono “Viva Panamá”.