Carta abierta del Embajador de Ucrania
Las últimas semanas han sido marcadas por una serie de eventos que podrían haber pasado desapercibidos en el plano internacional fuertemente marcado por ataques terroristas en diferentes puntos del planeta, protestas públicas en Venezuela o Brasil, reacciones de todo tipo al anuncio de la salida de la mayor potencia mundial del Acuerdo de París y otros temas relevantes, pero que en definitiva son de vital importancia para mi país, Ucrania. Se trata de la consolidación de las ambiciones europeas de una de las naciones más antiguas de Europa, de la ruptura definitiva de Ucrania con el legado de su pasado bolchevique-comunista, del reconocimiento internacional de nuestro lugar esencial en Europa.
El 17 de mayo fue firmado el acto legislativo de la Unión Europea sobre la aprobación definitiva de la liberalización del régimen de viajes para los ciudadanos de Ucrania que elimina la necesidad de visados a los ucranianos que deseen viajar a 30 países de Europa. Esto no fue apenas el corolario de un arduo trabajo que tuvieron que realizar las autoridades ucranianas en los últimos años – para cumplir con 144 criterios exigidos por la UE en muchas áreas, desde la seguridad de documentos a control de migraciones, desde la creación de agencias especializadas anti-corrupción a la introducción del sistema más avanzado de declaraciones electrónicas de patrimonio e ingresos de los funcionarios públicos, desde la elaboración de programas estatales de la lucha contra la trata de personas a la reforma radical de la policía. Fue también, según la expresión del Presidente de Ucrania Petró Poroshenko, el “último adiós al imperio ruso-soviético”.
El Pueblo Ucraniano hizo su elección transcendental a favor de Europa en el frío invierno de 2013/2014, cuando millones de personas salieron a las calles y plazas de las ciudades para protestar contra la decisión del ex-Presidente Yanukovych de aplazar la firma del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea. La Revolución de la Dignidad que se culminó con la muerte trágica de más de 100 personas en la Plaza Maidán de Kyiv a manos de francotiradores y tropas de elite, resultó en la caída de aquel régimen corrupto y arbitrario. Fue un punto de no retorno que abrió una nueva etapa en la vida del país.
Lamentablemente, el Kremlin, aferrado a su política neo-imperialista que tiene como objetivo primordial el renacimiento de “la grandeza de Rusia”, no nos lo quiso perdonar y asestó un golpe a la espalda al “hermano pueblo ucraniano”, primero a través de la anexión ilegal e ilegítima de la República Autónoma de Crimea y luego por medio de incitar, iniciar y seguir manteniendo una agresión abierta en el Este de Ucrania. Esa guerra no declarada que ya costó a nuestro país más de 10 mil muertos, decenas de miles de heridos y 1,5 millones de personas desplazadas, sin embargo, no logró detener la aspiración del pueblo ucraniano a acercarse a Europa donde siempre hemos pertenecido no sólo geográfica e histórica, sino también moral e intelectualmente.
Muy por el contrario, de cara a la agresión rusa, la idea europeísta basada en los valores democráticos universales se ha consolidado firmemente en la sociedad ucraniana, mientras que la obsoleta alternativa euroasiática representada por Rusia y sus satélites fue totalmente rechazada. Por lo tanto, la conclusión del proceso de ratificación del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea, firmado en 2014, por parte del Parlamento neerlandés (último entre los países de la UE) el pasado 30 de mayo, significa el final de una etapa muy importante en nuestra integración europea. Dicho Acuerdo que prevé la asociación política e integración económica con la creación de una zona de libre comercio entre Ucrania y la Unión Europea y que ya venía siendo aplicado de manera provisional desde 2015, ahora, dentro de un mes aproximadamente, entrará en vigor total y definitivamente.
Todos los intentos desesperados de Moscú de detener el avance de Ucrania hacia la Europa unida, de hacer fracasar el rumbo de Kyiv hacia la integración europea y devolver Ucrania bajo la órbita rusa, resultaron infructíferos. Ahora con la abolición de visados y la vigencia efectiva del régimen de libre comercio se están removiendo las últimas barreras artificiales para los contactos humanos, el desarrollo de la cooperación económica y científica, el intercambio cultural entre los ucranianos y los europeos. Ucrania está regresando gradualmente a la familia europea de los pueblos donde estuvo desde los tiempos de la Rus de Kyiv de hace mil años.
Y para nada sirven las recientes declaraciones de Putin en París quien trató de apoderarse, además de las tierras ucranianas, de una parte importante de nuestra historia y cultura, al declarar “rusa” la famosa Ana Yaroslavna o “Ana de Kyiv” como se la conoce en Europa, hija del Gran Príncipe Yaroslav el Sabio y progenitora de varias dinastías de monarcas europeos. Cada historiador respetable le puede decir que en los tiempos de Yaroslav y Ana, cuando Kyiv era capital de uno de los mayores estados de la Europa medieval, en el lugar de Moscú apenas había bosques y pantanos.
Estamos agradecidos a la Unión Europea y a todos sus estados-miembros por el apoyo constante y continuo de la soberanía, independencia e integridad territorial de Ucrania, por seguir presionando al agresor para que cumpla con sus compromisos y retire sus tropas y armamentos del territorio ucraniano. Los ucranianos somos capaces de resolver nuestro destino con nuestras propias fuerzas, sin ningún tipo de injerencia externa. ¡Y nuestro destino definitivamente está en la familia europea de naciones democráticas, libres y soberanas!
Yurii Diudin
Embajador de Ucrania en la República Argentina